De todas las rosas y libros

Fue de un marinero. Mi primera rosa. Yo tenía 13 años, el pelo largo y negro. No recuerdo si hacía sol o llovía. Sí la fecha exacta: 23 de abril. Me acuerdo del lugar, en el bar El Cisne. No recuerdo si fue por la mañana o por la tarde. Me acuerdo de que yo no la esperaba de ese hombre, mayor, que como la mía, roja, fresca y cortada, trajo otras cuantas. No recuerdo a las otras destinatarias, pero me acuerdo de su gorra azul, su barba blanca y del fuerte olor a tabaco. Recuerdo que la rosa que yo esperaba llegó un año después, no recuerdo si esta vez era cortada o comprada, tampoco la ropa que llevaba él, ni quien de los dos habló primero, tampoco recuerdo el lugar exacto de esa entrega. Pero sí la fecha y la ciudad: 23 de abril, Barcelona. Y el beso, me acuerdo. Y el libro, me acuerdo. Me lo compré yo, luego garabatee la fecha, siempre, todavía lo hago: La casa de los espíritus, de Isabel Allende. Estoy hecha de todas las rosas, de todos los libros. Desde entonces. 

Hoy, 23 de abril de 2020, te recordaré siempre. Por la ausencia de rosas y libros en las Ramblas. Iba a caminarte hasta el puerto. Tenía previsto fotografiarme contigo, dedicarte un libro. Ahora que lo pienso, El intermedio que somos, daba la impresión de que ya entonces lo sabía. Dime que me esperas. Un año más. Sabes que a ti no puedo olvidarte. Desde entonces.

 

Ilustración de Fernando Vicente.

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