Me doy a la lectura

Se me escapan. Lo sé porque empiezo a echar de menos ver cabezas y cuerpos de pin y pon en cualquier rincón. Lo noto porque hoy les he dicho si jugábamos a peinar al regimiento de nancys y me han mirado con cara de «amimadrelepasaalgo». Van a volar en menos de lo que canta un gallo porque ya no encuentran tropezones de colores en la sopa y quieren los 40 principales cuando vamos en el coche. Ya no encuentro desordenada su habitación de juegos. Me doy a la lectura para olvidar y para recordar. Un año después de estar aquí, se me hace dificilísimo leer en la playa. Siempre encuentras a alguien conocido que establece su campamento base de toallas junto a mi hamaquita. Aunque esto tampoco importa. Nunca voy sola a la playa, conmigo el regimiento de amigas de mis hijas. Empiezo a pensar que soy como el personaje de Julia en verano azul, pero sin Chanquete a mi lado y sin tener idea de tocar la guitarra.
Ahora estoy en la Francia de entreguerras, año 1939. Los nazis van a invadir el país galo y dos mujeres lucharán de forma desigual para sobrevivir a una guerra. Se trata de El Ruiseñor, de la autora californiana Kristin Hannah. De lectura fácil y una trama que te atrapa de principio a fin. No puede empezar mejor:
«En el amor descubrimos quiénes queremos ser; en la guerra descubrimos quiénes somos.»

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