Tantos días felices

El Sr. Wilson y yo paseamos temprano, cuando solo las gaviotas perturban el suave rumor del oleaje en la playa. Ya no busco estirar los veranos, sería acortar el otoño que viene y los años me han enseñado a amar las cuatro estaciones a partes iguales.

«Yo no te dejé. Me fui». De los diálogos trepidantes de la novela Tantos días felices, de Laurie Colwin. En los días del no tinc por, yo sí tengo miedo y lo único que me pregunto, mientras otros quieren alejarse, es dónde está el amor. Ya sea porque amo la lectura o porque estoy convencida de que los libros son el mejor de los antídotos contra el horror, he llenado mis días estivales de historias extraordinarias. Tiene que ser aquí, de Maggie O’Farrell, porque leyendo esta historia no quisieras estar en ningún otro lugar:

»Es casi indescriptible el alivio que siento cuando me toca. Creo que nuestro idioma no tiene una palabra suficientemente generosa que sea capaz de expresar la euforia que me embarga al hundir la cara en su pelo, al zambullirme dentro de su abrigo y apretar su cuerpo contra el mío. ¡Qué redención, recibir amor! Cuando nos aman damos lo mejor de nosotros. No hay nada que pueda sustituirlo.»

Semanas atrás había leído, como trasladada a la Irlanda del norte de la autora, Instrucciones para una ola de calor  y La extraña desaparición de Esme Lennox. Libros que me salvaron de la opresión que me produjo Canción dulce, de Leila Slimani, una excelente novela, que tutea la frustración, la soledad, el resentimiento y la locura. Con mayúsculas, buena literatura, «porque duele y perdura en la memoria como un eco helado y persistente, clamando que el odio sólo necesita grandes dosis de desamor para florecer y propagarse.»

De nuevo, como si quisiera comprender lo que me rodea a través de las novelas, entender mejor mis propias emociones. Empiezan las noches más largas. Hoy comparto almohada con un clásico: El lector, de Bernhard Schlink, cita previa concertada por mi bibliotecaria que cuando no me encuentro, me busca. Feliz septiembre, feliz inicio, felices lecturas.

 

 

 

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