Cinco esquinas

Silvia Salgado fotografía
Abril amanece con un sol espléndido en Coruña. Atrás, días de temporal. Ya me siento en casa. Hoy me han preguntado si no encuentro muy duros los inviernos y he respondido que esa es no más que una estación del interior de cada uno. Lo bonito de no permanecer siempre en el mismo lugar es la cantidad de personas que vas encontrando en el camino y los paisajes que se van metiendo en tu mochila. Ya me sirven el café como me gusta y en mi cafetería habitual el camarero trata de hacerme sitio en mi mesa preferida, la pediatra de las niñas es estupenda y la farmacéutica me asesora sobre cualquier duda o necesidad e igual me recomienda a un carpintero que el mejor lugar para comprar las zapatillas de ballet de mis hijas. La biblioteca es fantástica y aunque ha desaparecido el Sr. A (bibliotecario y primer «amigo» que hice en el norte), en su lugar está la Sra. C que trata de conseguir que aprenda gallego a base de no hablarme más que en esta lengua. La Sra. C y yo vamos camino de ser buenas amigas. Suelo verla todos los jueves, casualidad que la escuela de danza y la biblioteca estén tan cerca y que yo invierta una hora semanal en buscar libros para mis niñas. Ella siempre me pregunta si me ha gustado el último libro que me llevé y en caso de ser afirmativo, se lo reserva de inmediato para ella.
Ahora leo Cinco Esquinas, lo último de Vargas Llosa. El libro reposa sobre mi mesita de noche y avanza rápidamente antes de mis sueños. Sin ser lo mejor que ha escrito, se le nota el oficio y el talento a este buen heredero de la mejor tradición realista. Un buen retrato del Perú de Fujimori y unos peronajes ricos sometidos a un agudo análisis psicológico. Ya te cuento cuando termine su lectura.
Por cierto, que la Sra. C, me ha dejado en préstamo El lenguaje de las Flores, un éxito editorial de Anagrama en 2012, de Vanessa Diffenbaugh y ya tengo ganas de empezarlo. He ojeado la cita con la que abre el libro, aquí os la dejo:
«El musgo es el símbolo del amor materno, porque como el amor de una madre, nos alegra el corazón cuando nos alcanza el invierno de la adversidad y cuando nos han abandonado los amigos del verano»
Henrietta Dumont, The Floral Offering

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1 Comentario

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    Fernando Luis Sabido Sevillano
    abril 2, 2016 de 11:35 pm

    No digieres uno, cuando ya le das el primer mordisco a otro.

    Un beso bonita.

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