Me tomo en serio la felicidad

Pascal Champion ilustración

 

 

 

Tengo que descubrir cómo bajar el sonido al timbre de mi casa. Eso, o poner un cartel en la puerta con un horario de llamadas para los niños del vecindario. Un imán, tengo un imán con los chicos y los gatos. Mis hijas, encantadas de la vida, con sus amiguitos entrando y saliendo del jardín de casa. Y digo yo, ¿sólo hay agua en la mía? que todos vienen aquí cuando tienen sed y si se aburren también me creen el oráculo de la sabiduría porque acuden a instalarse en mi salita a ver a qué podemos jugar y entonces desmontamos el monopoli y el uno o sacamos todos los folios para hacer un dibujo con ceras que luego quedan muy bien aplastadas en la alfombra. Esto parece Melrose place en su versión kids. Que digo yo, que a ver si pasa el temporal y sale el Sol y nos vamos a la playa a jugar con la arena y a pescar cangrejos.

Y ahora que Bubu y Wilson ya se toleran, casi me muero del susto esta mañana, cuando aparece en mi cocina otro gato que no es Bubu, más flaco (Bubu está muy gordo) y negro, (Bubu es blanco) que ha levantado a Wilson de su siesta mañanera y ha generado una carrera olímpica entre el gato, medalla de oro, Wilson, plata y yo que me he quedado con el bronce. Entre mi nueva afición por el running y los bichos que entran en casa, se nos está quedando un tipin a Wilson y a mi. Niños, gatos y un murciélago. Como lo lees. Un murciélago bebé que debió colarse por la noche en mi cocina y que por la mañana no veía ni torta y se iba chocando con las baldosas, mientras a mi casi se me quema el sofrito en la sartén y cuando ya dejé yo de dar gritos y mis niñas de decir «que mono, mami, no lo mates», pude atraparlo con un trapo de cocina y mandarlo a volar por la ventana. En fin, no te rías, que esto es muy serio, pero deberías saber que yo siempre me tomo muy en serio la felicidad.

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1 Comentario

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    Fernando Luis Sabido
    julio 31, 2015 de 8:03 am

    Maravilloso tener tantas cosas que contar…

    Un besote.

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